Comentario
Además de los códices, los mixtecos elaboraron un complejo estilo de decoración cerámica, relacionado con ellos, y que se expandió con el arte mural. Su lugar de origen fue una región entre los valles de Puebla, Tlaxcala y porciones de la Mixteca, y se distribuyó a casi todas las regiones de Mesoamérica en las décadas anteriores a la conquista. Su centro de distribución pudo ser Cholula, que lo integró en una amplia red religiosa. Los murales de los palacios de Mitla, Tulum y Santa Rita Corozal participan de este estilo, que se complementa con la fabricación de cerámicas pintadas y de los códices mixtecos. Es un estilo muy preciso en lo que se refiere a la delineación de los motivos, que combina colores muy vívidos de naturaleza simbólica, y cuyos diseños incluyen discos lunares y solares, símbolos de agua, fuego, corazones y guerra, signos del calendario tonalpohualli, serpientes, jaguares, venados, etc. Otros materiales como madera, hueso, máscaras de turquesa y objetos de piedra, reflejan con fidelidad los patrones estilísticos de los códices manuscritos. Muy importante para la cultura mixteca fue la metalurgia en oro, plata, estaño, bronce y cobre, que les hacen los más afamados metalúrgicos de Mesoamérica.
Hacia 1.500 d.C. todos los sitios importantes del valle de Oaxaca tienen rasgos mixtecos, cuya influencia llega incluso a Cholula, lo que permite que el estilo mixteca-puebla reciba un impulso de distribución internacional. Pero no toda la expansión mixteca fue pacífica, sino que se construyeron fortalezas en sitios estratégicos, en particular en aquellas zonas amenazadas por el expansionismo azteca; es el caso de Diquiyu o Guiengola en el Itsmo de Tehuantepec, desde donde se frena en repetidas ocasiones al ejército mexica. No obstante, los mexica consiguieron anexionarse parte de la Mixteca Alta a lo largo del siglo XV, y sitios como Coixtlahuaca y Tlaxiaco fueron tributarios de Tenochtitlan hasta la destrucción del Imperio azteca por los españoles.